Miwa Sado, una periodista de 31 años que cubría la información política en Tokio para el canal público NHK, fue encontrada muerta en su cama. Había sufrido un paro cardíaco provocado por la sobrecarga laboral: en un mes había acumulado 159 horas extra. Cuatro año después, la NHK finalmente pidió disculpas a la familia de la fallecida.
Después de estudiar el caso, las autoridades japonesas habían concluido que la muerte se debió a una cantidad excesiva de horas extras. Sólo había tenido dos jornadas de descanso en el mes que precedió a su fallecimiento debido a que cubrió dos elecciones seguidas, las de la asamblea de la ciudad de Tokio en junio y las del Senado en julio. Murió tres días después de los segundos comicios.
La muerte por exceso de trabajo es un fenómeno tan extendido en Japón que hasta existe una palabra para ello, «karoshi». Según un estudio gubernamental de 2016, el 23 % de las empresas encuestadas reconocieron que algunos de sus empleados hacían más de 80 horas extra al mes.